XX Festival Internacional Pirineos Classic
16 Julio 22 h. Presentación Discográfica

CHIAROSCURO · Presentación Discográfica

Iglesia del Pilar · Canfranc-Estación

INTÉRPRETES

Ona CARDONA · clarinete
Josep COLOM · piano

PROGRAMA

Obras de Johannes BRAHMS, Clara SCHUMANN-WIECK & Robert SCHUMANN.

Johannes BRAHMS [1833 – 1897] · Sonata en Fa menor, Op. 120/1
I. Allegro appassionato
II. Andante un poco Adagio
III. Allegretto grazioso
IV. Vivace

Robert SCHUMANN [1810 – 1856] · Fantasiestücke, Op. 73
I. Zart und mit Ausdruck
II. Lebhaft, leicht
III. Rasch und mit Feuer

Clara SCHUMANN-WIECK [1819 – 1896] · Drei Romanzen, Op. 22
I. Andante molto
II. Allegretto
III. Leidenschaftlich schnell

Johannes BRAHMS [1833 – 1897] · Sonata en Mi bemol mayor, Op. 120/2
I. Allegro amabile
II. Allegro appassionato
III. Andante con moto

CHIAROSCURO

UNA TRINIDAD DE GENIOS Y UN CLARINETE · Notas al CD
Por Oriol Pérez Treviño

Pocas relaciones en la historia de la música despiertan la fascinación que nos provoca la establecida por tres auténticos genios del romanticismo germánico: Robert Schumann [1810-1856], Clara Schumann [1819-1897] y Johannes Brahms [1810-1897]. En toda relación existe siempre un origen y un punto final y, ciertamente, el disco que nos presentan Ona Cardona y Josep Colom tiene los suficientes elementos como para comprenderlo como una historia de dicha relación entre esta trinidad de genios.
El año 1849 fue para Schumann un año convulso. Si la Revolución de Dresde en los primeros días de mayo fue motivo de fascinación y entusiasmo por parte de Richard Wagner [1813-1883] con una participación directa en distintos actos revolucionarios en la capital sajona, para el matrimonio formado por Robert Schumann y Clara Wieck/Schumann la insurrección los puso sobre la pista de que era el momento indicado para desplazarse hasta la vecina población de Kreischa. Este traslado no supuso un freno al frenesí creativo del compositor de Zwickau con trabajos compositivos de tantísima envergadura como su ópera Genoveva, op. 81 -una ópera prima hermana del Lohengrin de Wagner, las dos estrenadas en 1850-, el poema sinfónico-dramático Manfred, op. 115 o las Escenas del Fausto de Goethe de las que obtuvo un momento realmente inspirador el agosto de aquel mismo año con la celebración del centenario del nacimiento del titán de las letras alemanas Johann Wolfgang von Goethe [1749-1832].
Unos meses antes del inicio de dicha revolución, y en sólo dos días de febrero, Schumann había compuesto las Soiréestücke für Klarinette und Klavier publicadas por C. Luckhardt en Kassel. Gracias a las ediciones modernas sabemos que la edición realizada en la época bajo el título de Fantasiestücke, op. 73 no fue sólo un cambio de denominación en el título sino que contenía cambios sustanciales que afectaban a la simetría y a la inestabilidad expresiva del conjunto de la obra.
Fiel a la constante voluntad expresiva de Schumann de captar los secretos más recónditos de la plenitud del instante, no hay hermeneuta que no haya establecido la relación de las tres piezas del opus 73 con los personajes arquetípicos del propio Schumann como lo son los de Eusebius, Florestan y Meister Raro. Sea o no sea así, lo cierto es que estamos delante de una de las más grandes páginas compuestas para clarinete y piano del siglo XIX y a la que varias fuentes bibliográficas apuntan como destinatario al clarinetista Johann Gottlieb Kotte [1797-1857], miembro de la Dresdner Hofkapelle desde 1817 hasta su muerte.
Cuatro años después, en la ciudad de Düsseldorf, a la que Schumann se había desplazado como director musical en substitución de Ferdinand Hiller [1811-1885], se produjo uno de los encuentros musicales más mayúsculos y trascendentales de todo el siglo XIX: el del matrimonio Schumann con Johannes Brahms. Prueba de ello fueron las palabras escritas por Robert en su dietario personal con fecha 1 de octubre de 1853 («Visita de Brahms, un genio») o ya no digamos las escritas en el Neue Zeitschrift für Musik del 28 de octubre del mismo donde apuntó:
«Presentía la llegada de un ser único que daría expresión a nuestra época de la manera más alta e ideal, un hombre que alcanzaría el magisterio no poco a poco, sino de golpe como Minerva saliendo totalmente armada de la cabeza de Júpiter. Y ahora aquí está él, una joven criatura que en su cuna estuvo vigilado por Gracias y Héroes. Su nombre es Johannes Brahms y viene de Hamburgo. Emanan de su persona todos aquellos signos que esperábamos: ¡un escogido! Sí, ¡un elegido! Cuando se sentó al piano, comenzaron a desvelarse ámbitos maravillosos: nos vimos arrastrados a una espiral cada vez más mágica. Añadamos a todo esto una manera de tocar absolutamente genial, que transforma el piano en una orquesta de voces, ahora tristísimas, ahora gozosas».
Este encuentro fue propiciado por un gran amigo de los Schumann, el violinista y compositor Joseph Joachim [1797-1857] que había conocido a Brahms a través del húngaro Ede Remenyi [1828-1898] quien era pareja artística como violinista del pianista-compositor de Hamburgo. Precisamente el «culpable» del encuentro es el destinatario de una de las últimas obras musicales compuestas por Clara Schumann: las Tres Romanzas para violín y piano, op. 22 [1853] y que en este disco escuchamos en una aterciopelada versión para clarinete. Tomando como modelo obras de su marido como las Romanzas para oboe y piano, op. 94 [1849] o las Märchenbilder para viola y piano, op. 113 [1851], el op. 22 fue compuesto antes del encuentro y la compositora no tuvo reparos en añadirse a la moda imperante de usar esta forma musical libre como la romanza, un uso que el musicólogo y compositor August Wilhelm Ambros [1816-1876] llegó a bautizar como verdadera plaga musical.
El impacto del encuentro fue multidireccional. Si Robert no tuvo reparos en definir a Brahms como un escogido, no menos cierto es que a Johannes, a parte de la admiración de ser recibido por uno de los puntales del Romanticismo también sintió esa admiración por Clara, una mujer catorce años mayor que él. Más allá de la prosaica atracción física, la atracción de Brahms vino en forma de encanto por la sensibilidad e inteligencia propias de una persona que conocía a fondo los secretos más recónditos del arte musical. Y este fue el motivo del porqué Brahms dedicase a Clara sus Variaciones sobre un tema de Schumann, op. 9 a partir de un tema perteneciente al número 4 de las catorce Bunte Blätter, op. 99 y que Clara conocía bien al haberlo ya utilizado en sus Variationen über ein Thema von Robert Schumann, opus 20 [1853]. Aquella dedicatoria tuvo respuesta y, así, Clara dedicó a Johannes las Drei Romanzen für Klavier, op. 21.
Si musical y artísticamente el impacto fue de proporciones cósmicas, humanamente un mundo de tinieblas estaba a punto de alcanzar a nuestros protagonistas con el intento de suicidio por parte de Robert, arrojándose en las frías aguas del Rhin, un lunes de carnaval de 1854. Aquello fue una experiencia muy dura para todos. En primer lugar, para el propio Robert que fue recluido en un manicomio de Endenich, cerca de Bonn, y del que no salió hasta su muerte el 29 de julio de 1856. Luego, para la misma Clara que, aparte de ver cómo se le prohibían las visitas frecuentes al manicomio, hubo de ponerse a trabajar impartiendo clases y realizando giras de conciertos ya que tenía pequeños a quienes alimentar. Fue en este contexto en el que se intensificó la estrecha amistad entre Clara y Brahms que se alargó durante casi 42 años. Es interesante señalar que el fruto epistolar entre Clara y Johannes alcanzó la cifra de casi mil cartas pero, curiosamente, las comprendidas entre los años 1854, año del descenso a las tinieblas de Robert, y 1856, fueron destruidas por ambos. En ningún caso, sin embargo, debemos pensar en una relación únicamente artística, sino que tuvo implicaciones desde el momento en que sabemos que Johannes participó en la administración económica de la casa de la familia Schumann & Wieck y que incluso cuidó de los niños cuando Clara estaba de gira.
Una relación de estas características despierta multitud de interrogantes así como también permite lanzar multitud de proyecciones, algunas de naturaleza freudiana, pero lo que está claro es que Clara fue una piedra angular en el ideario y en la vida de Johannes Brahms, quien a la muerte de esta, el 20 de mayo de 1986, no tuvo reparos en afirmar: «Hoy he enterrado a la única persona a la que he amado de verdad».
Casi un año y medio antes, el 7 de enero de 1895, en el Tonkünstlerverein de Viena, tenía lugar uno de los estrenos más importantes en la historia de la literatura para clarinete con el estreno de las dos Sonatas para clarinete y piano, op. 120 de Brahms. Bien es cierto que, anteriormente, hemos escrito sobre el músico Kotte, pero en el caso de Brahms y el clarinetista Richard Mühlfeld [1856-1907] estamos al frente de un binomio de relevancia similar al ocurrido, casi más de un siglo antes, entre Anton Stadler [1753-1812] y W. A. Mozart [1756-1791]. Y es que Mühlfeld fue el motor inspirador para que Brahms compusiera cuatro obras maestras del repertorio para clarinete: el Trío para piano, clarinete y violonchelo, op. 114 [1891], el Quinteto para clarinete y cuerdas, op. 115 [1891], y las dos Sonatas para clarinete y piano, op. 120 [1894].
Pocas veces podemos afirmar que el impacto de una audición haya conducido al compositor a nuevos terrenos creativos. Sabemos del joven Schumann que al escuchar a Paganini se dijo a sí mismo que quería convertirse en el Paganini del piano, pero en el caso de Brahms nos sorprende especialmente porque tras haber compuesto su Quinteto para cuerdas en sol mayor, op. 111, este creía haber alcanzado el zenit de su voluntad expresiva. Pero tras una interpretación por parte de Mühlfeld del primer concierto para clarinete de Weber, Brahms tomó plena conciencia de que todavía tenía cosas que “decir” con aquel instrumento tocado por el músico de la orquesta de Meiningen. Si bien la fecha de la primera audición pública de las dos sonatas para clarinete fue el séptimo día de enero de 1895, lo cierto es que el primer lugar donde se habían escuchado fue en casa de Clara. Esto sucedió el 13 de noviembre de 1894.
Se trata, sin lugar a dudas, de una música de naturaleza crepuscular y testamentaria, la última y sincera muestra de música profana compuesta por Brahms. Sus dos últimas obras de su catálogo que le seguirían serían los Vier ernste Gesänge, op. 121, y los Elf Choralvorspiele für Orgel, op. 122, compuestas como agradecimiento inmenso a una vida que, sin lugar a dudas, no habría sido la misma sin aquel encuentro en 1853 en Düsseldorf auspiciado por Joachim. Este disco, con gran sabiduría, pone la banda sonora a aquel encuentro a través del clarinete y, de paso, con su audición nos entreabre las puertas de nuestras facultades más íntimas y representativas para tomar consciencia de aquellos encuentros humanos que también han marcado nuestras vidas personales.

LOS INTÉRPRETES

ONA CARDONA · Clarinete

Tras graduarse con las máximas calificaciones en la Escola Superior de Música de Catalunya –donde estudiócon Josep Fuster y Joan Enric Lluna–, obtiene el Master in Music Performance with Distinction en la Guildhall School of Music and Drama de Londres; posteriormente, estudia en el Royal College of Music –con Tim Lines y Richard Hosford–, donde recibe el premio al mejor clarinetista del año.
Después de ganar el Primer Premio en el Certamen Nacional Intercentros de Grado Superior, comienza una sólida trayectoria como solista, actuando con la Orquesta de Radiotelevisión Española, Sinfónicas de Castilla y León, orquestas de Extremadura y de Baleares, Grupo Enigma de Zaragoza, Orquesta Ciudad de Elche, Orquestra de Cambra Illa de Menorca y Orquestra Nacional de Cambra d’Andorra. También ha sido galardonada en numerosas competiciones, entre las que destaca el Concurso Permanente de JJMM de España y el Concurso Primer Palau.
Ha actuado en salas como Wigmore Hall, St Martin-in-the-Fields, Barbican Hall, Cadogan Hall, Glyndebourne Opera, The National Gallery, Carnegie Hall, Berlin Konzerthaus y Nanjing Music Hall; y en los festivales internacionales de Segovia, Úbeda, Castell de Peralada, Porta Ferrada, Granada, Ciutadella, Vigo, Santa Cristina d’Aro, Vilabertran, Cheltenham Town Hall, Cambridge y Würmtaler. Apasionada camerista, ha compartido escenario con Aleksandar Madzar, Juliane Banse, Maximilian Hornung, Ramón Ortega, Gerold Huber y el Cuarteto Casals, entre otros. 
Muy vinculada a la música de hoy, le han dedicado obras compositores como Carles Santos, Alberto García-Demestres, Gabriel Brnčić, Jesús Rodríguez-Picó, Laura García Olalla, Julian Philips, Cimeon Ellerton, Pedro Faria Gomes, Solfa Carlile, Mark Wolf o H.C. Goldschmidt. Ha grabado un CD para Columna Música que incluye la primera grabación mundial de la Suite for solo clarinet de Michel Camilo. Paralelamente a su carrera de intérprete, ha trabajado en el Conservatori Superior de Música de les Illes Balears y en el Conservatorio Superior de Música de Aragón.
Actualmente es Profesora de Clarinete en el Conservatorio Superior de Málaga.

www.onacardona.com

JOSEP COLOM · Piano

Nací en Barcelona en 1947. La música era algo muy importante y cotidiano en mi ambiente familiar desde que tengo recuerdo. No era habitual en aquella época en España. Sin duda esta circunstancia y el hecho de que mis padres, sin ser músicos de profesión, me apoyaran incondicionalmente, tanto emocionalmente como económicamente, me ha permitido disfrutar de este oficio toda la vida.
En mi juventud gané algunos concursos. Los internacionales de Jaén –en 1977– y Santander –en 1978– me ayudaron a empezar a ser conocido en España; mucho más tarde, el Ministerio de Cultura de España me otorgó el Premio Nacional de Música, que tengo en especial estima por deberlo al aprecio de mis colegas de profesión. En los años 80 mi actividad pública aumentó poco a poco, y en la actualidad toco prácticamente con todas las orquestas españolas –y con grandes directores–, así como, en recital y música de cámara, en los principales festivales y auditorios.
También fuera de las fronteras mantengo una notable actividad, particularmente en Francia, donde viví durante bastantes años, estudiando en la École Normale de Musique, fundada por Alfred Cortot y donde he grabado la mayor parte de mi discografía para el sello Mandala, con música de autores tan diversos como Brahms, Franck, Blasco de Nebra, Mompou y Falla.
Recientemente el sello RTVE ha editado un DVD con el tercer concierto de Prokofiev y un CD con obras de Chopin, Debussy y Ravel, grabaciones en vivo del archivo de Radio Clásica dentro de la serie Grandes Pianistas Españoles. Definitivamente, prefiero las grabaciones en vivo aunque sean más imperfectas. Son más reales. Mi última grabación es un intento de recrear el espíritu de un concierto en directo, además de reunir mis últimas propuestas estéticas. Se trata de un CD llamado Dialogue [sello Eudora], donde interpreto obras de Mozart y Chopin en alternancia, y en el que trato de desmitificar las clasificaciones estilísticas que encasillan a los compositores como «clásicos» o «románticos».
Muchos músicos han influido e influyen en mi evolución musical. Quiero destacar en mis comienzos al compositor [y por entonces también pianista] Joan Guinjoan, que me ayudó a desarrollar una manera de abordar la música y la ejecución pianística mucho más racional y estructurada.
Un temperamento reservado e introvertido hace que mi mundo sea el recital y la música de cámara, aunque no he sabido renunciar a las ocasiones de disfrutar de las maravillas del repertorio con orquesta. No quiero iniciar una lista de las orquestas, directores, cuartetos y músicos en general con los que he compartido grandes momentos porque inevitablemente olvidaría a muchos y todos tienen o han tenido importancia para mí.
La pedagogía se ha convertido poco a poco en algo muy valioso y en una ocasión –gracias al contacto con los músicos más jóvenes– de renovar el entusiasmo por el redescubrimiento del gran repertorio. Además de impartir regularmente clases magistrales, enseñé, desde su fundación en 1990, en el Aula de Música de la Universidad de Alcalá de Henares; y durante varios cursos académicos he colaborado con el Conservatorio Superior de Aragón. En 2012 abrí una nueva etapa pedagógica en el Conservatori Superior del Liceu, en Barcelona.
Hacer música es un gran privilegio y doy gracias a todas las personas que han compartido lo que para mí es un milagro cotidiano. 

www.josepcolom.com